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Empezamos este top bien fuerte porque os traemos un local ubicado en pleno Chamartín especializado en arroces (vamos, para flipar que están) y, si ya su paella es de un level superior, no te decimos el resto de sus arroces (del senyoret, arroz negro, con bogavante o carabineros, caldoso caza). Mientras esperas tu arrocito, prueba su ensaladilla o sus gambas rojas -dos de sus hits– con una Mahou fresquita y termina de sentir que estás en el cielo.
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Este rinconcito ubicado en Embajadores es otra maravilla porque TODA su carta está buenísima. Ya no solo la paella (ojo, avisa con antelación porque, si no, te quedas sin ella), sino también el resto de su carta, que pasa por los cachopos y los chuletones a las croquetas de chipirones o su tortilla. Una dirección imprescindible en Lavapiés tanto para comer como para cenar, donde, además, puedes acompañar sus delicias con todas las variedades de Mahou. Venga, rondita de cañitas que esto sí que hay que celebrarlo por todo lo alto.
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Un restaurante de esos de los de toda la vida con comida más casera que la de tu abuela la del pueblo. Patatas revolconas, bacalao gratinado, rabo de toro o cocido, todo ello elaborado con una materia prima de calidad. Tienen un salón de gran capacidad, así que, si quieres ir con toda la family a por una paellita y unas Mahou, ya estás tardando en organizar ahí la próxima reunión.
Vecino al museo del ferrocarril nos encontramos con este restaurante de estilo andaluz que es un sí o sí para ponerse las botas a base de cocina española tradicional. Sus salones amplios decorados con zócalos de azulejos, su fachada, sus grandes salones y su terracita son ya algunas buenas razones para venir a probar sus platos: codero asado, chuletones, una gran variedad de platos de cuchara y, cómo no, una buena paellita. Tampoco te marches sin probar sus postres. Eso sí, primero que todo, pídete una ronda de cañas fresquitas para ir abriendo boca.
