Wicker

Resulta imposible pasar ante el escaparate de Wicker y no pararse. Una vez dentro, ya estás en casa. Y es que, literalmente, parece un cálido hogar este espacio tan acogedor como bien iluminado, perfecto para desayunar, picar algo o tomarte unas cervezas, bien sea en la parte de entrada o en el salón del fondo. Su carta es reducida pero sea cual sea tu elección acertarás: ensaladilla, provolone, crema de calabacín al queso brie, alcachofas confitadas, lasaña boloñesa, albóndigas al Pedro Ximénez… o las carrilleras, lo más solicitado por los clientes.

Es un sitio perfecto para celebrar un evento, sobre todo por el salón, con capacidad para 35 personas (en todo el bar caben hasta 50). Este negocio familiar es también el perfecto afterwork. Wicker es uno de los bares más bonitos de la zona… y de la ciudad. No exageramos.