Tierra de quesos, carne, vino y hortalizas. Súbete a lomos de Rocinante, engancha a Sancho Panza por banda, y pon rumbo a Ciudad Real, una tierra que recuerda a las hojas del Quijote. En la gastronomía destaca su cocina de calidad y sencilla. Porque vamos a ser sinceros, donde nos pongan un huevo frito con patatas, que se quite el resto. ¡Ah! Siempre puedes mejorarlo acompañándolo de una Mahou fresquita.
De Madrid a...
De Madrid a la barra de un bar. De Madrid a los calamares de la Plaza Mayor. De Madrid a Letras, a Cervantes y a Lope de Vega. De Madrid a una azotea, de Madrid a bailar en la trastienda subterránea de un bar. Y de Madrid al cielo y a la sierra.
Pero no nos quedamos solo en Madrid. Cogemos el tren, el coche, el bus y nos vamos de Madrid a Toledo, a Guadalajara, a Ciudad Real, a Aranjuez, a Talavera y a la luna.
De Madrid a cualquier parte.
Si eres, como se dice, de buen comer, Talavera es tu sitio perfecto para pasar un fin de semana rural, en el que solo repetirás estos 4 verbos: pasear, comer, beber y dormir. Sobre todo comer. Su cercanía al río y montañas, hace que las tierras sean fértiles y de buena calidad. Y además, que su gastronomía vaya desde la carnaza al pescado, pasando por las hortalizas. Y es que ellos quieren destacar en todo. No estaban contentos con ser los mejores sirviendo primeros y segundos, que también destacan en los postres, con sus conocidos mazapanes y caridades.
Toledo es de fuego lento, lleva cocinándose aproximadamente 2000 años a temperatura media, y se come a cucharadas en plato hondo. La nombraron Patrimonio de la Humanidad por ser una de las ciudades más bellas de España, y por saber llenar los platos hasta arriba. Si tuvieras que decidir entre su cultura y su gastronomía, sería difícil hacerlo. Van de la mano, no puedes separarlas, como la cerveza y las olivas. Por eso, inspírate paseando por sus calles, y parando por sus bares de cocina arraigada y tradicional.
Guadalajara es de sentarse horas y horas en la mesa. De hacer parones a mitad para poder seguir comiendo, y de usar mucho la servilleta. Es leal a lo tradicional y la calidad, a la tapa generosa y al cabrito asado. Su cocina presume de la herencia gastronómica que han ido dejándole las diferentes culturas que han habitado sus tierras. Por eso, en sus bares encontramos menús con hortalizas, asados, huevos frescos y de postre, miel en todas sus variedades.
Entre sus fogones guardan premios nacionales e internacionales. Su cocina es vanguardia, y la clave de su éxito se debe a los espárragos, fresas, alcachofas, coles, ciruelas, peras reales, manzanas...Sí, ¡a la huerta! Aranjuez es para ponerse zapatillas y salir a pasearla. Sobre todo, la calle de la gastronomía, que también está para comérsela y bebérsela.
